Cuando octubre empieza a declinar y noviembre asoma en el calendario, en los hogares y plazas de México surge una tradición que mezcla memoria, sabor y simbolismo: la ofrenda de”https://www.excelsior.com.mx/dia-de-muertos” objetivo=”_blank”>Día de Muertos. En él conviven flores de cempasúchil, fotografías, velas, objetos queridos de los difuntos… y, muy especialmente, platillos que no pueden faltar en el altar.
Los aromas del pan de muerto recién horneado o de un mole casero se vuelven mensajeros que conectan lo terrenal con el mundo de los espíritus. La”https://www.excelsior.com.mx/gastronomia” objetivo=”_blank”>comida Puesta en la ofrenda no es arbitraria: más que ofrecer alimentos, las familias buscan rendir homenaje a quienes han partido, brindándoles sus platillos favoritos o los elementos culinarios que simbolizan la abundancia, la memoria y el sustento espiritual.
En cada región del país pueden variar los platillos, pero hay unos que, por su carga simbólica y su arraigo cultural, aparecen casi siempre. ¿Cuáles son esos platillos esenciales que no pueden faltar en una ofrenda de Día de Muertos?
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pan de muerto
El pan de muerto es, sin duda, el pan más icónico de estas fechas y uno de los elementos más visibles en cualquier ofrenda. Se elabora con una masa rica en mantequilla, huevos, azúcar, a menudo aromatizada con flor de azahar o raladura de naranja.
Su presencia en las ofrendas va más allá de su sabor: representa el sustento que recibe el espíritu ya sea simbólicamente o como puente entre mundos.
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tamales y mole
Los tamales son otro elemento frecuente: envueltos en hoja de maíz o de plátano, pueden tener rellenos dulces o salados (pollo, cerdo, rajas, dulce, frutas). Su elaboración ceremonial es fundamental en muchas comunidades.
El mole, por su parte, es un platillo exigente en ingredientes y técnica; Colocado en el altar de Día de Muertos ofrece un homenaje muy generoso, dado su carácter festivo y su complejidad, de acuerdo con el Instituto Gastronómico Corbusé.
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Calabaza en tacha
La calabaza en tacha es un postre tradicional de temporada que no puede faltar en muchas ofrendas, especialmente en el centro y sur de México. Se prepara cocinando lentamente la calabaza (generalmente tipo castilla) con piloncillo, canela, clavo de olor y, a veces, naranja o guayaba, hasta que los sabores se funden y el almíbar espeso.
La calabaza en tacha representa la dulzura de la vida y, como otros postres típicos de la temporada, se relaciona con la abundancia y el agradecimiento por la cosecha. Dado que la calabaza es un alimento de origen prehispánico, este platillo también conecta con las raíces indígenas del Día de Muertos.
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atolé
El atole es una bebida espesa hecha a base de masa de maíz, agua o leche y endulzada con piloncillo, canela o vainilla. En la ofrenda, se puede colocar solo o acompañado de tamales, pan de muerto o dulces típicos. t
En la cosmovisión indígena, el maíz es el alimento por excelencia, considerado sagrado por culturas como los mexicas y los mayas. Por tanto, ofrecer atole no es solo servir una bebida: es ofrecer la base misma de la vida y del cuerpo.
Otros alimentos que puedes colocar en la ofrenda
Una ofrenda equilibrada necesita más que pan y guisos: también se incluyen frutas frescas, dulces tradicionales, bebidas y golosinas que el difunto disfrutaba en la vida. Esto sirve para personalizar la ofrenda y hacerla más íntima.
Algunas de las opciones comunes son: tamarindo, dulce de camote, jarabes de frutas, jericallas, atole o champurrado, e incluso bebidas como el chocolate caliente. De igual forma, bebidas alcohólicas o el plato que fuera el favorito del ser querido, ¡hasta pizza si es necesario!
Estas preparaciones no solo enriquecen la ofrenda, sino que también aportan aromas y texturas que activan los sentidos del visitante espiritual.
En Oaxaca, por ejemplo, es común que en la ofrenda se incluyan tamales propios de la zona, mole regional, bebidas locales o ingredientes autóctonos. Mientras que en la península de Yucatán, se practica la celebración del Hanal Pixánque incluye platillos mayas típicos del ciclo festivo (como el pib).
¿Por qué se coloca comida en la ofrenda de Día de Muertos?
La tradición de poner alimentos en ofrendas tiene raíces indígenas, ya que en culturas mesoamericanas, los muertos eran honrados con ofrendas que incluían alimentos y objetos para acompañarlos en su viaje al inframundo (Mictlán).
Cuando se fusionó con costumbres católicas, el acto persistió como forma de mantener vínculo: la comida es puente, no un mero objeto material. Así, cuando alguien coloca pan de muerto, tamales, mole o calabaza en su altar, no lo hace solo como tradición estética: está ofreciendo sustento simbólico, un recuerdo que “invita” al difunto a regresar ese par de días.
Estos elementos simbolizan la alegría, la celebración de la vida y el gusto compartido. Además, muchas de estas preparaciones son perecederas —no están pensadas para perdurar semanas— lo que alude a la fragilidad de lo humano, el paso del tiempo.
En años recientes, la gastronomía de ofrenda ha sido reinterpretada por chefs, restaurantes y proyectos culturales. Con versiones “miniatura” de los platillos, fusión entre alta cocina y tradición y altares en espacios públicos, museos y galerías donde la ofrenda se vuelve instalación comestible.
Cada familia, cada región y cada comunidad moldean la ofrenda de dia de muertos a su gusto, a sus creencias y al legado de quienes recuerdan. De ahí que los platillos tradicionales Pueden ir desde el pan de muerto o mole, hasta hamburguesas o un pastel.